11-I. Los regalos de la paternidad
UN CURSO DE MILAGROS
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 11
DIOS O EL EGO
1. Te has dado cuenta de tu necesidad de curación. ¿Le ofrecerías cualquier otra cosa a la Filiación, habiendo reconocido la necesidad que tú mismo tienes de curación? Pues en esto estriba el comienzo del retorno al conocimiento; los cimientos sobre los que Dios ayudará a construir de nuevo el sistema de pensamiento que tú compartes con Él. Ni una sola piedra que coloques sobre esos cimientos dejará de ser bendecida por Él, pues estarás restaurando la santa morada de Su Hijo, donde Él dispone que Su Hijo esté y donde está. Sea cual sea la parte de la mente del Hijo de Dios en la que reinstauras esta realidad, la reinstauras también en ti mismo. Moras en la Mente de Dios junto con tu hermano, pues la Voluntad de Dios no es estar solo.
2. Estar solo es estar separado de lo infinito, mas ¿cómo iba a ser posible esto si lo infinito no tiene fin? Nadie puede estar más allá de lo ilimitado porque lo que no tiene límites está necesariamente en todas partes. En Dios no hay principios ni finales, pues Su universo es Él Mismo. ¿Cómo ibas a poder excluirte a ti mismo del universo, o de Dios que es el universo? Mi Padre y yo somos uno contigo, pues tú formas parte de nosotros. ¿Crees realmente que parte de Dios puede extraviarse o estar ausente de Él?
3. Si tú no formases parte de Dios, Su Voluntad no estaría unificada. ¿Es concebible esto? ¿Podría una parte de Su Mente no contener nada? Si nadie excepto tú puede ocupar tu lugar en Su Mente, y el que tú lo ocupases constituyó tu creación, sin ti habría un lugar vacío en la Mente de Dios. La extensión no puede ser bloqueada, ni tampoco tiene vacíos. Continúa eternamente, por mucho que sea negada. Negar su realidad puede constituir un retraso en el tiempo, pero no en la eternidad. Por eso es por lo que tus creaciones no han cesado de extenderse y por lo que hay tanto esperando tu retorno.
4. Esperar es posible únicamente en el tiempo, pero el tiempo carece de significado. Tú que inventaste las demoras puedes dejar atrás el tiempo reconociendo simplemente que ni los principios ni los finales fueron creados por lo Eterno, Quien no impuso límites a Su creación o a aquellos que crean como Él. Desconoces esto debido simplemente a que has tratado de limitar lo que Él creó, y, por lo tanto, crees que la creación está limitada. ¿Cómo, entonces, ibas a poder conocer tus creaciones habiendo negado lo infinito?
5. Las leyes del universo no admiten contradicciones. Lo que es válido para Dios es válido para ti. Si no crees que estás en Dios, tampoco creerás que Él está en ti. Lo infinito no tiene sentido sin ti, y tú no tienes sentido sin Dios. Dios y Su Hijo no pueden tener fin, pues nosotros somos el universo. Dios no está incompleto y sin Hijos. Puesto que Su Voluntad no fue estar solo, creó un Hijo como Él. No le niegues Su Hijo, pues tu renuencia a aceptar Su Paternidad te ha negado a ti la tuya. Ve en Sus creaciones a Su Hijo, pues las tuyas fueron creadas en Su honor. El universo del amor no se detiene porque tú no lo veas, ni tus ojos han perdido la capacidad de ver por el hecho de estar cerrados. Contempla la gloria de Su creación y te darás cuenta de lo que Dios ha salvaguardado para ti.
5. Dios te ha dado un lugar en Su Mente que es tuyo para siempre. Pero sólo puedes conservarlo si lo das de la misma manera en que se te dio. ¿Cómo ibas a poder estar solo allí cuando se tedio porque Dios no dispuso estar Solo? No es posible reducir la Mente de Dios. Tan sólo se puede expandir, pues todo lo que Él crea tiene la función de crear. El amor no limita, y lo que crea no está limitado. Dar sin límites es lo que Dios ha dispuesto para ti porque eso es lo único que puede brindarte Su dicha, la cual es Su Voluntad compartir contigo. Tu amor es tan ilimitado como el Suyo porque es el Suyo.
6. ¿Cómo iba a ser posible que una parte de Dios estuviese excluida de Su Amor o que una parte de Su Amor pudiese ser restringida? Dios es tu patrimonio porque Su único regalo es Él Mismo. ¿De qué otra manera podrías dar, salvo como Él da, si quieres saber cuál es el regalo que Él te hizo? Da, pues, sin limites ni mesura, para que te des cuenta de cuánto te ha dado Él. Tu capacidad para aceptar a Dios depende de que estés dispuesto a dar como Él da. Tu paternidad y tu Padre son uno. La Voluntad de Dios es crear, y tu voluntad es la Suya. De ello se deduce, pues, que tu voluntad es crear, toda vez que tu voluntad emana de la Suya. Y al ser tu voluntad una extensión de la Suya tiene que ser, por lo tanto, idéntica a la de Él.
7. No sabes, no obstante, lo que tu voluntad dispone. Eso no es extraño si te percatas que negar equivale a "no saber". La Voluntad de Dios es que tú eres Su Hijo. Al negar esto, niegas tu propia voluntad, y, por lo tanto, no puedes saber lo que es. Debes preguntar cuál es la Voluntad de Dios con respecto a todo porque Su Voluntad es también tu voluntad. Tú no sabes lo que es, pero el Espíritu Santo lo recuerda por ti. Pregúntale, por lo tanto, cuál es la Voluntad de Dios para ti, y Él te dirá cuál es la tuya. No se puede hacer demasiado hincapié en el hecho de que tú no lo sabes. Siempre que lo que el Espíritu Santo te diga aparente ser una coacción, es únicamente porque no has reconocido tu voluntad.
8. La proyección del ego hace que la Voluntad de Dios parezca ser algo externo a ti, y, por lo tanto, que no es tu voluntad. De acuerdo con esta interpretación parece que fuese posible que la Voluntad de Dios y la tuya estuviesen en conflicto. Dios, pues, parece exigirte algo que tú no le quieres dar, privándote así de lo que anhelas. ¿Cómo iba a ser posible que Dios, que sólo desea lo que es tu voluntad, fuese capaz de eso? Tu voluntad es Su vida, que Él te ha dado. Ni siquiera en el tiempo puedes vivir separado de Él. Dormir no es estar muerto. Lo que Él creó puede dormir, pero no puede morir, La inmortalidad es Su Voluntad para Su Hijo y la voluntad de Su Hijo para sí. El Hijo de Dios no puede disponer la muerte para sí mismo porque su Padre es Vida y Su Hijo es como Él. La creación es tu voluntad porque es Su Voluntad.
9. No puedes ser feliz a menos que hagas lo que realmente es tu voluntad, y esto no se puede cambiar porque es inmutable. Es inmutable porque es la Voluntad de Dios y la tuya, pues de otro modo Su Voluntad no podría extenderse. Tienes miedo de saber cuál es la Voluntad de Dios porque crees que no es la tuya. Esta creencia es lo que da lugar a la enfermedad y al miedo. Todo síntoma de enfermedad y de miedo emana de ella porque es la creencia que hace que no quieras saber. Al creer esto te ocultas en la obscuridad, negando que la luz se encuentre en ti.
10. Se te pide que confíes en el Espíritu Santo únicamente porque Él habla por ti. Él es la Voz que habla por Dios, pero nunca olvides que Dios no dispuso estar solo. Él comparte Su Voluntad contigo; no te la impone. Recuerda siempre que lo que Dios da, Él lo conserva, de modo que nada que Él dé puede contradecirle. Tú, que compartes Su Vida, tienes que compartirla para poder conocerla, pues compartir es conocer. Bienaventurado tú que estás aprendiendo que oír la Voluntad de tu Padre es conocer la tuya. Pues tu voluntad es ser como Él, Cuya Voluntad es que así sea. La Voluntad de Dios es que Su Hijo sea uno y que esté unido a Él en Su Unicidad. Por eso es por lo que la curación representa el inicio del reconocimiento de que tu voluntad es la Suya.