13-VIII. De la percepción al conocimiento
UN CURSO DE MILAGROS
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 13
EL MUNDO INOCENTE
1. Toda curación es una liberación del pasado. Por eso es por lo que el Espíritu Santo es el único Sanador. Él enseña que el pasado no existe, hecho éste que pertenece a la esfera del conocimiento, y que, por lo tanto, es imposible que nadie en el mundo sepa. Seria ciertamente imposible permanecer en el mundo gozando de tal conocimiento. Pues la mente que sabe eso a ciencia cierta, sabe también que vive en la eternidad, y no utiliza la percepción en absoluto. Por lo tanto, no se detiene a pensar dónde está, ya que el concepto "dónde" no significa nada para ella. Sabe que está en todas partes, de la misma manera en que lo tiene todo, y para siempre.
2. La diferencia palpable que existe entre la percepción y el conocimiento resulta muy evidente si consideras esto: no hay nada parcial con respecto al conocimiento. Cada uno de sus aspectos es total, y, por lo tanto, ningún aspecto está separado de otro. Tú eres un aspecto del conocimiento, al estar en la Mente de Dios, Quien te conoce. Todo conocimiento te pertenece, pues en ti reside todo conocimiento. La percepción, aún en su expresión más elevada, nunca es completa. Incluso la percepción del Espíritu Santo - la más perfecta que puede haber - no tiene significado en el Cielo. La percepción puede extenderse a todas partes bajo Su dirección, pues la visión de Cristo contempla todo en la luz. Pero no hay percepción, por muy santa que sea, que perdure eternamente.
3. La percepción perfecta, pues, tiene muchos elementos en común con el conocimiento, haciendo que sea posible su transferencia a él. El último paso, no obstante, lo tiene que dar Dios porque el último paso de tu redención, que parece estar en el futuro, Dios lo dio ya en tu creación. La separación no ha interrumpido la creación. La creación no puede ser interrumpida. La separación no es más que una formulación equivocada de la realidad que no tiene consecuencia alguna. El milagro, que no tiene ninguna función en el Cielo, es necesario aquí. Todavía pueden verse aspectos de la realidad, los cuales reemplazarán a aspectos de la irrealidad. Los aspectos de la realidad se pueden ver en todo y en todas partes, Mas sólo Dios puede congregarlos a todos, al coronarlos cual uno solo con el don final de la eternidad.
4. Sin el Padre y sin el Hijo el Espíritu Santo no tiene ninguna función. No está separado de ninguno de ellos al estar en la Mente de Ambos y saber que dicha Mente es una sola. El Espíritu Santo es un Pensamiento de Dios, y Dios te lo dio porque Él no tiene ningún Pensamiento que no comparta. El mensaje del Espíritu Santo habla de lo intemporal en el tiempo, y por eso es por lo que la visión de Cristo contempla todas las cosas con amor. Sin embargo, ni siquiera la visión de Cristo es Su realidad. Los áureos aspectos de realidad que brotan a la luz bajo Su amorosa mirada son vislumbres parciales del Cielo que se encuentra más allá de ellos.
5. Éste es el milagro de la creación: que es una eternamente. Cada milagro que le ofreces al Hijo de Dios no es otra cosa que la verdadera percepción de un aspecto de la totalidad. Aunque cada aspecto es en sí la totalidad, no podrás saber esto hasta que no te des cuenta de que todos ellos son lo mismo, que se perciben en la misma luz, y que, por lo tanto, son uno. Cada hermano que ves libre de su pasado, pues, te aproxima más al final del tiempo al introducir una manera de ver sana y sanadora en la obscuridad, capacitando así al mundo para ver. Pues la luz tiene que llegar hasta el mundo tenebroso para que la visión de Cristo sea posible incluso ahí. Ayúdale a ofrecer Su don de luz a todos los que creen vagar en la obscuridad, y deja que Él los reúna en Su serena visión que hace que todos sean uno solo
6. Todos ellos son iguales: bellos e igualmente santos. Y Él se los ofrecerá a Su Padre tal como le fueron ofrecidos a Él. Sólo hay un milagro, del mismo modo en que sólo hay una realidad. Y cada milagro que llevas a cabo contiene todos los demás, de la misma manera en que cada aspecto de realidad que ves se funde serenamente en la única Realidad que es Dios. El único milagro que jamás existió es el santísimo Hijo de Dios, creado en la única Realidad que es su Padre. La visión de Cristo es el don que Él te da a ti. Su Ser es el don que Su Padre le dio a Él.
7. Alégrate de que tu función sea curar, pues puedes otorgar el regalo de Cristo, y no puedes perder el regalo que tu Padre te hizo a ti. Ofrece el regalo de Cristo a todo el mundo y en todas partes, pues los milagros que le ofreces al Hijo de Dios a través del Espíritu Santo te sintonizan con la realidad. El Espíritu Santo sabe el papel que te corresponde desempeñar en la redención, y también quiénes te están buscando y dónde encontrarlos. El conocimiento está mucho más allá de lo que te incumbe a ti como individuo. Tú que formas parte de él y que eres todo él, sólo necesitas darte cuenta de que el conocimiento es del Padre, y no tuyo. Tu papel en la redención te conduce al conocimiento mediante el re-establecimiento de su unicidad en tu mente.
8. Cuando te hayas visto a ti mismo en tus hermanos te liberarás y gozarás de perfecto conocimiento, pues habrás aprendido a liberarte a través de Aquel que sabe lo que es la libertad. Únete a mi bajo el santo estandarte de Sus enseñanzas, y conforme nos hagamos más fuertes, el poder del Hijo de Dios cobrará vida en nosotros, y no excluiremos a nadie ni dejaremos a nadie solo. Y de repente el tiempo cesará, y todos nos uniremos en la eternidad de Dios el Padre. La santa luz que viste fuera de ti en cada milagro que ofreciste a tus hermanos, se te devolverá. Y al saber que la luz se encuentra en ti, tus creaciones estarán allí contigo, tal como tú estás en tu Padre.
9. Así como los milagros te unen a tus hermanos en este mundo, tus creaciones establecen tu paternidad en el Cielo. Tú eres el testigo de la Paternidad de Dios, y Él te ha dado el poder de crear en el Cielo los testigos de la tuya, la cual es como la Suya. Niégale esto a tu hermano, y estarás negando los testigos de tu paternidad en el Cielo. El milagro que Dios creó es perfecto, al igual que los milagros que obraste en Su Nombre. Cuando los aceptas, tanto tú como ellos dejáis de necesitar curación.
10. En este mundo, no obstante, tu perfección no tiene testigos. Dios conoce tu perfección, pero tú no, así que no compartes Su testimonio de ella. Tampoco das testimonio de Él, pues de la realidad se da testimonio viéndola como una sola. Dios espera a que des testimonio de Su Hijo y de Él. Los milagros que llevas a cabo en la tierra son elevados hasta el Cielo y hasta Él. Dan testimonio de lo que no sabes, y cuando llegan a las puertas del Cielo, Dios las abre, pues Él nunca dejaría afuera y excluido de sí mismo a Su Hijo bien amado.