8-III. El encuentro santo
UN CURSO DE MILAGROS
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 8
EL VIAJE DE RETORNO
1. Gloria a Dios en las alturas, y también a ti porque así lo ha dispuesto Su Voluntad. Pide y se te dará, pues ya se te ha dado. Pide luz y aprende que eres luz. Si quieres tener entendimiento e iluminación aprenderás que eres luz, ya que tu decisión de aprender esto es la decisión de querer escuchar al Maestro que sabe de luz, y que, por lo tanto, puede enseñarte lo que ésta es. No hay límite en lo que puedes aprender porque tu mente no tiene límites. Las enseñanzas del Espíritu Santo no tienen límites porque Él fue creado para enseñar. Al comprender perfectamente cuál es Su función, la desempeña perfectamente porque ése es Su gozo y el tuyo.
2. Hacer la Voluntad de Dios perfectamente es el único gozo y la única paz que pueden conocerse plenamente, al ser la única función que se puede experimentar plenamente. Cuando esto se alcanza, ninguna otra experiencia es posible. Desear otra experiencia, no obstante, obstaculiza su logro porque la Voluntad de Dios no es algo que se te pueda imponer, ya que para experimentarla tienes que estar completamente dispuesto a ello. El Espíritu Santo sabe cómo enseñar esto, pero tú no. Ésa es la razón por la que lo necesitas, y por la que Dios te lo dio. Únicamente Sus enseñanzas pueden liberar a tu voluntad para que se incorpore a la de Dios, uniéndola a Su poder y gloria y estableciendo a éstos como tuyos. Los compartes tal como Dios los comparte porque ése es el resultado natural de su existencia.
3. La Voluntad del Padre y la del Hijo son una, por razón de Su extensión. Dicha extensión es el resultado de la unicidad de la que Ambos gozan, la cual mantiene intacta la unidad de Ambos al extender Su Voluntad conjunta. Ésta es la creación perfecta de los que han sido perfectamente creados, en unión con el Creador Perfecto. El Padre tiene que dar paternidad a Su Hijo porque Su Propia Paternidad tiene que seguir extendiéndose. Tú, cuyo lugar está en Dios, tienes la santa función de extender Su Paternidad no imponiendo ningún límite sobre ella. Deja que el Espíritu Santo te enseñe cómo hacer esto, pues lo que ello significa sólo lo puedes aprender de Dios Mismo.
4. Cuando te encuentras con alguien, recuerda que se trata de un encuentro santo. Tal como lo consideres a él, así te considerarás a ti mismo. Tal como lo trates, así te tratarás a ti mismo. Tal como pienses de él, así pensarás de ti mismo. Nunca te olvides de esto, pues en tus semejantes o bien te encuentras a ti mismo o bien te pierdes a ti mismo. Cada vez que dos Hijos de Dios se encuentran, se les proporciona una nueva oportunidad para salvar. No dejes de darle la salvación a nadie, para que así la puedas recibir tú. Yo estoy siempre contigo, en memoria tuya.
5. El objetivo del plan de estudios, independientemente del maestro que elijas, es: "Conócete a ti mismo". No hay nada más que buscar. Todo el mundo anda buscándose a sí mismo y buscando el poder y la gloria que cree haber perdido. Siempre que estás con alguien, tienes una oportunidad más para encontrar tu poder y tu gloria. Tu poder y tu gloria están en él porque son tuyos. El ego trata de encontrarlos únicamente en ti porque no sabe dónde buscar. El Espíritu Santo te enseña que si buscas únicamente en ti no te podrás encontrar a ti mismo porque tú no eres un ente separado. Siempre que estás con un hermano, estás aprendiendo lo que eres porque estás enseñando lo que eres. Tu hermano reaccionará con dolor o con alegría, dependiendo del maestro que tú estés siguiendo. Será aprisionado o liberado de acuerdo con tu decisión, al igual que tú. Nunca olvides la responsabilidad que tienes hacia él, ya que es la misma responsabilidad que tienes hacia ti mismo. Concédele el lugar que le corresponde en el Reino y tú ocuparás el tuyo.
6. Tú no puedes encontrar el Reino por tu cuenta, y tú, que eres el Reino, no puedes encontrarte a ti mismo por tu cuenta. Para lograr el objetivo del plan de estudios, por lo tanto, no debes escuchar al ego, cuyo propósito es derrotar su propio objetivo. El ego no sabe esto porque no sabe nada. Pero tú puedes aprenderlo, y lo aprenderás si estás dispuesto a examinar lo que el ego quiere hacer de ti. Ésta es tu responsabilidad porque una vez que hayas examinado esto aceptarás la Expiación para ti mismo. ¿Qué otra elección podrías llevar a cabo? Una vez que hayas elegido aceptar la Expiación para ti mismo, entenderás por qué razón, cuando antes te encontrabas con otra persona, creías que era otra persona. Y cada encuentro santo en el que te entregues completamente te enseñará que eso no es así.
7. Sólo puedes encontrarte con parte de ti mismo porque eres parte de Dios, Quien lo es todo. Su poder y Su gloria están en todas partes, y tú no puedes estar excluido de ellos. El ego te enseña que tu fuerza reside sólo en ti. El Espíritu Santo te enseña que toda fuerza reside en Dios y, por ende, en ti. La Voluntad de Dios es que nadie sufra. Él ha dispuesto que nadie sufra por haber tomado una decisión equivocada, y eso te incluye a ti. Por eso es por lo que te ha proporcionado los medios para rectificarla. Mediante Su poder y Su gloria todas tus decisiones equivocadas se rectifican completamente, y así tu hermano y tú quedáis liberados de todo pensamiento opresivo que cualquier parte de la Filiación albergue. Las malas decisiones no tienen ningún poder porque no son verdaderas. El aprisionamiento que parecen producir es tan falso como ellas mismas.
8. El poder y la gloria le pertenecen únicamente a Dios. Tú también le perteneces únicamente a Él. Dios da todo lo que le pertenece porque da de Sí Mismo, y todo le pertenece. Dar de ti mismo es la función que Él te encomendó. Llevarla a cabo perfectamente te permitirá recordar lo que tienes de Él, y así recordarás también lo que eres en Él. Es imposible que no puedas hacer esto pues ése es tu poder. La gloria es el regalo que Dios te hace porque eso es lo que Él es. Contempla esa gloria en todas partes para que puedas recordar lo que eres.