Mantenerse alerta



"Vigila tu mente contra las tentaciones del ego, y no te dejes engañar por él. No tiene nada que ofrecerte. 
Cuando hayas abandonado ese des-ánimo voluntario, verás cómo tu mente puede concentrarse, transcender toda fatiga y sanar. No obstante, no te mantienes lo suficientemente alerta contra las exigencias del ego como para poder librarte de ellas. 
Eso no tiene por qué ser así. 
El hábito de colaborar con Dios y Sus creaciones se adquiere fácilmente si te niegas diligentemente a dejar que tu mente divague. No se trata de un problema de falta de concentración, sino de la creencia de que nadie, incluido tú, es digno de un esfuerzo continuo. Ponte de mi parte sistemáticamente contra este engaño, y no permitas que esa desafortunada creencia te retrase. Los descorazonados no pueden ayudarse a sí mismos ni me pueden ayudar a mí. Sin embargo, sólo el ego puede sentirse descorazonado. 
[...] 
Tu mente y la mía pueden unirse para desvanecer con su luz a tu ego, liberando la fuerza de Dios para que reverbere en todo lo que hagas o pienses. No te conformes con menos, y niégate a aceptar como tu objetivo nada que no sea eso. 
Vigila tu mente con sumo cuidado contra cualquier creencia que se interponga en el logro de tu objetivo, y recházala. Juzga por tus sentimientos cuán bien has hecho esto, pues ése es el único uso acertado del juicio. Los juicios, al igual que cualquier otra defensa, se pueden utilizar para atacar o para proteger, para herir o para sanar. Al ego se le debe llevar a juicio y allí declararlo inexistente. Sin tu lealtad, protección y amor, el ego no puede existir.  
[...] 
Al tenebroso espejo del ego no tienes sino que decirle: "No voy a mirar ahí porque sé que esas imágenes no son verdad". *






Texto de Un Curso de Milagros