Amar



Esta experiencia que te comparto la tuve a los 15 años.

Por entonces llevaba unos meses con mi primera relación de pareja, Manel. Vivíamos a dos horas en tren el uno del otro. Eran las fiestas navideñas y me vino a buscar para regresar juntos en tren y pasar unos días con su familia. 

Ya hacía tiempo que me preguntaba insistentemente si realmente lo amaba porque no sabía qué era exactamente el Amor, me sentía feliz con él y deseaba siempre su compañía pero algo en mí me decía que no entendía qué era el Amor.

Cuando Manel llegó pasamos un maravilloso día juntos y luego tomamos el tren de regreso. Ya en el vagón, nos sentamos en nuestros asientos uno junto al otro, felices, y nos miramos a los ojos. Sabía que a mi alrededor las personas se movían, hablaban, ocupaban sus asientos pero no me importaba nada de todo ello, sólo sentía esa paz en mi corazón y esa gran alegría que recorría todo mi ser. Fue entonces cuando empecé a ver una luz muy muy intensa, muy brillante, muy amarilla, llenísima de estrellitas finísimas -o eso parecían- alrededor del rostro de Manel. Todo pareció cubrirse con ese manto de Luz, el vagón del tren, los asientos, las personas que se estaban sentando, Manel, yo. Toda forma desapareció de mi vista. El mundo pareció enmudecer y solo existía esa maravillosa Luz. Sentí un Amor tan Grande tan imposible de explicar que me limité a disfrutarlo, a llenarme de Él. No pensé en nada, no me pregunté nada, era MUY FELIZ y simplemente me dejé llevar.

Cuando salí de ese estado habíamos llegado a destino y Manel me tuvo que ayudar a bajar del tren. Para mí el tiempo se había detenido, sólo al salir de ese estado me dí cuenta que habían pasado ¡dos horas! desde el momento en que habíamos ocupado nuestros asientos en el tren hasta nuestra llegada a destino y no me había dado ni cuenta.

Curiosamente me pareció esa experiencia tan normal que no dije nada, seguí disfrutándola en mi corazón por mucho, mucho tiempo.

Esa Luz es lo que realmente somos: Amor. El ego es el velo que nos impide recordar, el ego nos muestra formas (personas, objetos, seres de todo tipo...) que nos mantienen 'entretenidos' o más bien adormecidos. Vemos ese velo como real sin saber que lo real está tras el velo.

Así fue como supe que el Amor es inclusivo, lo abarca todo, no puede estar separado, todo lo separado no es real. El Amor está aquí, nos rodea, nos abraza, y susurra ¡tú eres Amor! Todo lo que tenemos que hacer es, como dice Un Curso de Milagros, "despejar los obstáculos que nos impiden experimentar la presencia del Amor" *








Texto de Un Curso de Milagros