La Vida o la muerte



Tu Ser es el Hijo de Dios. Tu Ser es la suma de ti y de todos tus hermanos. Un único Ser. Cuando abrigas resentimientos hacia tu hermano estás afirmando que crees en la separación, estás diciéndole a Dios que no eres Su Hijo. Estás viendo un cuerpo y no sólo eso, al ver solo un cuerpo le estás afirmando a tu hermano que solo es un cuerpo y te estás diciendo a ti mismo que tú también solo eres un cuerpo. Has elegido atar a esa persona en el cuerpo y a ti también. 
Cada resentimiento que abrigas reitera que el cuerpo es real. Cada resentimiento que abrigas pasa por alto completamente lo que tu hermano es. Refuerza tu creencia de que él es un cuerpo y lo condena por ello.*
Crees que la muerte sí es real, porque crees en la realidad del cuerpo. Crees por lo tanto que la muerte es tu salvación. 

Tu percepción invertida ha sido la ruina de tu paz. *
Estar sin un cuerpo es estar en nuestro estado natural. Reconocer la luz de la verdad en nosotros es reconocernos a nosotros mismos tal como somos. Ver que nuestro Ser es algo separado del cuerpo es poner fin al ataque contra el plan de Dios para la salvación y, en lugar de ello, aceptarlo. Y dondequiera que Su plan se acepta, ya se ha consumado.*

Dios te ofrece Su Plan, tu salvación es la Vida. Cuando aceptas Su Plan aceptas la Vida Eterna, aceptas que eres Su Hijo.

Cuando abrigas cualquier tipo de resentimiento contra tu hermano estás atacando al Plan de Dios diciéndole que sólo el cuerpo es real y que tu salvación será la muerte y no la vida.

No le ofrezcas a tu hermano la muerte, ofrécele la vida. Él es Espíritu, es Amor. Al darle la vida,  al reconocer lo que en verdad Es, lo reconoces como Su Hijo y te reconoces a ti mismo como Su Hijo. Ésta es una Gran muestra de Amor que le dará (y te dará) dicha y paz.







Texto de Un Curso de Milagros