El libre albedrío


Todo lo que sucede en el mundo es una película que el soñador del sueño fijó en su mente.  La película no puede ser cambiada pero sí puede ser cambiada la percepción que tienes de ella. Esto quiere decir que no puedes pedirles a sus actores y figurantes que cambien nada de la película sino que tienes que dirigirte al soñador de la película, tú. 

Eres tú quien decide cómo percibir lo que estás viviendo, es tu voluntad percibir de una manera y no de otra. Siempre tienes dos opciones,  una es percibir el mundo a través de la visión del Espíritu Santo, la visión del Amor, y la otra es percibir el mundo a través de la visión del ego. En una opción eres libre en la otra eres esclavo.

Ser libre significa sobrevolar la película y verla a través del Amor que sabes Eres y que todo Es, ya no te afecta la película porque ves la Realidad tras la ilusión. Comprendes que la película es la ilusión y ya no permites que esta ilusión te impida ver el Amor que te rodea.

Ser esclavo es creer que la película es real, que tu personaje es real así como el de las demás personas. Así, vives sumergido en el drama de la vida sin imaginar que sólo con decidir ver de otra manera podrías volar libre por encima de la ilusión.

Cada instante ejerces tu libre albedrío, tú decides cómo vivir en el mundo. Tu capacidad de discernimiento acerca de qué es real y qué no se desarrollará a medida que abandones todo juicio y dejes que Su Voz Guíe tu vida. Que tu voluntad sea hacer Su Voluntad, pues en verdad son la misma Voluntad.







Texto de Un Curso de Milagros