28-V. La alternativa a los sueños de miedo

UN CURSO DE MILAGROS
CAPÍTULO 28
EL DES-HACIMIENTO DEL MIEDO




1. ¿Qué puede ser la sensación de estar enfermo, sino una sensación de estar limitados, o de estar desunido de algo y separado de ello? ¿O de una brecha que percibes entre tu hermano y tú y lo que ahora consideras la salud? Y de este modo, lo bueno se ve como si estuviese afuera, y lo malo, adentro. Y así, la enfermedad aparta al ser de lo bueno, y conserva lo malo adentro. Dios es la Alternativa a los sueños de miedo. El que es partícipe de sueños de miedo, no puede ser partícipe de Él. Pero el que se niega a ser participe de ellos, participa en Él. No hay ninguna otra alternativa. Nada puede existir a menos que tú compartas su existencia. Y tú existes porque Dios compartió Su Voluntad contigo para que Su creación pudiese crear.

2. Lo que les confiere realidad a los perniciosos sueños de odio, maldad, rencor, muerte, pecado, sufrimiento, dolor y pérdida es el hecho de compartirlos. Si no se comparten, se perciben como algo sin sentido. Pues al no prestarles apoyo dejan de ser una fuente de miedo. Y el amor no puede sino llenar el espacio que el miedo ha dejado vacante porque ésas son las únicas alternativas que existen. Donde uno aparece, el otro desaparece. Y el que compartas, será el único que tendrás. Y tendrás el que aceptes, pues es el único que deseas tener.

3. Si perdonas al soñador, y percibes que él no es el sueño que él mismo tejió, no estás compartiendo con él su nefasto sueño. Por lo tanto, él no puede ser parte del tuyo, del cual ambos os liberáis. El perdón separa al soñador del sueño nefasto, y así, lo libera. Recuerda que si compartes un sueño de maldad, creerás ser ese sueño que compartes. Y al tener miedo de él, no desearás conocer tu verdadera Identidad porque pensarás que es temible. Y negarás tu Ser, y caminarás por tierras extrañas que tu Creador no creó, donde parecerás ser algo que no eres. Lucharás contra tu propio Ser, el cual parecerá ser tu enemigo, y atacarás a tu hermano, como parte de lo que odias. En esto no hay términos medios. O bien eres tu Ser o bien una ilusión. ¿Qué puede haber entre la ilusión y la verdad? Creer que hay un lugar intermedio donde puedes ser algo que no eres, no puede ser la verdad, sino un sueño.

4. Has concebido una diminuta brecha entre las ilusiones y la verdad para que sea el lugar donde reside tu seguridad y donde lo que has hecho mantiene celosamente oculto a tu Ser. Aquí es donde se ha establecido un mundo enfermizo, que es el que los ojos del cuerpo perciben. Aquí están los sonidos que oye, las voces para las que sus oídos fueron concebidos. Sin embargo, los panoramas y los sonidos que el cuerpo percibe no significan nada. El cuerpo no puede ver ni oír. No sabe lo que es ver, ni para qué sirve escuchar. Es tan incapaz de percibir como de juzgar; de entender como de saber. Sus ojos son ciegos; sus oídos, sordos. No puede pensar, y, por lo tanto, no puede tener efectos.

5. ¿Podría haber creado Dios algo para que enfermase? ¿Y cómo podría existir algo que Él no hubiese creado? No permitas que tus ojos se posen en un sueño ni que tus oídos den testimonio de una ilusión. Pues los ojos fueron concebidos para que viesen un mundo que no existe, y los oídos, para que oyesen voces insonoras. Mas hay otros panoramas y sonidos que sí se pueden ver, oír y comprender. Pues los ojos y los oídos son sentidos sin sentido, y lo único que hacen es relatar lo que ven y lo que oyen. Mas no son ellos los que ven y oyen, sino tú, quien ensambló cada trozo irregular, cada migaja y fragmento absurdo de prueba para que diera testimonio del mundo que deseas. No permitas que los ojos y los oídos del cuerpo perciban estos innumerables fragmentos dentro de la brecha que tú te imaginaste, ni permitas que persuadan a su hacedor de que sus fabricaciones son reales.

6. La creación es la prueba de la realidad porque comparte la función que toda la creación comparte. No se compone de trocitos de cristal, de un pedazo de madera, o quizá de una hebra o dos, ensamblados para que den testimonio de la verdad. La realidad no depende de eso. No hay brecha que separe a la verdad de los sueños o de las ilusiones. La verdad no ha dejado sitio para ellos en ningún lugar o tiempo pues ella ocupa todo lugar y tiempo, y hace que los sueños y las ilusiones sean absolutamente indivisibles.

7. Tú que crees que entre tu hermano y tú hay una diminuta brecha, no te das cuenta de que ahí es donde os encontráis prisioneros en un mundo que se percibe como que existe aquí. El mundo que tú ves no existe porque el lugar desde donde lo percibes no es real. La brecha se halla celosamente oculta entre las tinieblas, e imágenes nebulosas surgen para cubrirla con formas vagas e indefinidas y con siluetas cambiantes, por siempre insubstanciales e inciertas. Sin embargo, en la brecha no hay nada. No hay secretos impresionantes ni tumbas tenebrosas desde los que el terror surge de los huesos de la muerte. Observa la diminuta brecha y contemplarás la inocencia y la ausencia de pecado que verás dentro de ti cuando ya no tengas miedo de reconocer el amor.









Texto de Un Curso de Milagros