2. ¿Quiénes son sus alumnos?
1. A cada uno de los maestros de Dios le han sido asignados ciertos alumnos, los cuales comenzarán a buscarle tan pronto como él haya contestado la Llamada. Fueron escogidos para él porque la forma de enseñanza universal que va a impartir es la más apropiada para ellos en vista de su nivel de entendimiento. Sus alumnos le han estado esperando, pues su llegada es segura. Una vez más, esto es sólo cuestión de tiempo. Tan pronto como él elija desempeñar su papel, sus alumnos estarán listos para desempeñar el suyo. El tiempo aguarda su elección, pero no a quién ha de servir. Cuando esté listo para aprender, se le proveerá de las oportunidades para enseñar.
2. Para entender el plan de enseñanza-aprendizaje de la salvación, es necesario entender el concepto de tiempo que expone el curso. La Expiación corrige las ilusiones, no lo que es verdad. Corrige, por lo tanto, lo que nunca existió. Lo que es más, el plan para esa corrección se estableció y se completó simultáneamente, puesto que la Voluntad de Dios es algo completamente ajeno al tiempo. La realidad es también algo ajeno al tiempo, al ser de Él. En el instante en que la idea de la separación se introdujo en la mente del Hijo de Dios, en ese mismo instante Dios dio Su Respuesta. En el tiempo esto ocurrió hace mucho. En la realidad, nunca ocurrió.
2. Para entender el plan de enseñanza-aprendizaje de la salvación, es necesario entender el concepto de tiempo que expone el curso. La Expiación corrige las ilusiones, no lo que es verdad. Corrige, por lo tanto, lo que nunca existió. Lo que es más, el plan para esa corrección se estableció y se completó simultáneamente, puesto que la Voluntad de Dios es algo completamente ajeno al tiempo. La realidad es también algo ajeno al tiempo, al ser de Él. En el instante en que la idea de la separación se introdujo en la mente del Hijo de Dios, en ese mismo instante Dios dio Su Respuesta. En el tiempo esto ocurrió hace mucho. En la realidad, nunca ocurrió.
3. El mundo del tiempo es el mundo de lo ilusorio. Lo que ocurrió hace mucho parece estar ocurriendo ahora. Las decisiones que se tomaron en aquel entonces parecen como si aún estuviesen pendientes; como si aún hubiera que tomarlas. Lo que hace mucho que se aprendió, se entendió y se dejó de lado, se considera ahora un pensamiento nuevo, una idea reciente, un enfoque diferente. Puesto que tu voluntad es libre, puedes aceptar lo que ha ocurrido en cualquier momento que así lo decidas, y sólo entonces te darás cuenta de que siempre había estado ahí. Tal como el curso subraya, no eres libre de elegir el programa de estudios, ni siquiera la forma en que lo vas a aprender. Eres libre, no obstante, de decidir cuándo quieres aprenderlo. Y al aceptarlo, ya lo habrás aprendido.
4. El tiempo, entonces, se remonta a un instante tan antiguo que está más allá de toda memoria, e incluso más allá de la posibilidad de poder recordarlo. Sin embargo, debido a que es un instante que se revive una y otra vez, y de nuevo, otra vez, parece como si estuviese ocurriendo ahora. Y así es como el alumno y el maestro parecen reunirse en el presente, encontrándose el uno con el otro como si nunca antes se hubiesen conocido. El alumno llega en el momento oportuno al lugar oportuno. Esto es inevitable, pues hizo la elección correcta en aquel viejo instante que ahora revive. El maestro hizo asimismo una elección inevitable en ese pasado remoto. Lo que la Voluntad de Dios dispone sólo da la impresión de que toma tiempo para cumplirse. Pues, ¿qué podría demorar el poder de la eternidad?
5. Cuando alumno y maestro se encuentran, da comienzo una situación de enseñanza-aprendizaje, ya que el maestro no es quien realmente imparte la enseñanza. Siempre que dos hermanos se juntan con el propósito de aprender, el Maestro de Dios les habla. La relación es santa debido a ese propósito, y Dios ha prometido enviar Su Espíritu a toda relación santa. En la situación de enseñanza-aprendizaje, cada uno aprende que dar es lo mismo que recibir. Las demarcaciones que habían establecido entre sus papeles, sus mentes, sus cuerpos, sus necesidades, sus intereses, y todas las diferencias que pensaban les separaban, se debilitan, se desvanecen y desaparecen. Aquellos que han de aprender el mismo curso comparten un mismo interés y un mismo objetivo. Y así, el que era el alumno se convierte ahora en un maestro de Dios, pues ha tomado la misma decisión que hizo que su maestro llegase a él. Ha visto los intereses de otro como si fuesen los suyos propios.