Ofrenda de Amor



No contemples a nadie desde dentro del campo de batalla, pues lo estarías viendo desde un lugar que no existe. *


Elegir un milagro en vez del ataque es elegir percibir desde el amor y no desde el odio. Es detenerte un momento a pensar que si crees que alguien está perturbando tu paz con sus palabras o con sus obras es porque no estás percibiendo correctamente.

Eso no puede ser más que un error porque sabes que si tú eres Amor él también lo es y, como lo sabes, le ofreces tu reconocimiento, tu Amor,  perdonando en silencio esa ilusión que creíste percibir en él. Al reconocer que tu prójimo es Amor lo reconoces como tu hermano y al hacerlo lo liberas de esa ilusión. Esta ofrenda de Amor es mutua pues al liberarlo a él de su falsa percepción también te liberas de la tuya, manteniéndote sereno y en paz, en Su Amor.
Tú eres la obra de Dios, y Su obra es totalmente digna de amor y totalmente amorosa. Así es como el hombre debiera pensar de sí mismo en su corazón, pues eso es lo que realmente es.*
El milagro tiene como objeto restablecer la conciencia de la realidad, corrigiendo el error.

Es aprender a vivir en una calma perfecta y a sentir un amor tan profundo y sereno que ninguna sombra de duda pudiera hacernos perder jamás la certeza del Amor de nuestro Creador.

¿A quién, que esté respaldado por el amor de Dios, podría resultarle difícil elegir entre los milagros y el conflicto?
Cuando la tentación de atacar se presente para nublar tu mente y volverla asesina, recuerda que puedes ver la batalla desde más arriba. Incluso cuando se presenta en formas que no reconoces, conoces las señales: una punzada de dolor, un ápice de culpabilidad, pero sobre todo, la pérdida de la paz. Conoces esto muy bien. Cuando se presenten, no abandones tu lugar en lo alto, sino elige inmediatamente un milagro en vez del asesinato. Y Dios Mismo, así como todas las luces del Cielo, se inclinarán tiernamente ante ti para apoyarte. Pues habrás elegido permanecer donde Él quiere que estés, y no hay ilusión que pueda atacar la paz de Dios cuando Él está junto a Su Hijo.*
Ofrecer Amor y compartir Amor es reconocer que tanto tus hermanos como tú mismo sois en verdad espíritu y que eliges cancelar las ilusiones que percibes por vuestra verdadera realidad.
Eres libre de establecer tu reino donde mejor te parezca, pero no puedes sino elegir acertadamente si recuerdas esto:  
El espíritu está eternamente en estado de gracia.
Tu realidad es únicamente espíritu.
Por lo tanto, estás eternamente en estado de gracia.
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Texto de Un Curso de Milagros