16-III. Las recompensas que se derivan de enseñar
UN CURSO DE MILAGROS
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 16
EL PERDÓN DE LAS ILUSIONES
1. Ya hemos aprendido que todo el mundo enseña, y que enseña continuamente. Es posible que hayas enseñado bien, pero que no hayas aprendido a aceptar el bienestar que te produce enseñar. Si examinases lo que has enseñado, y cuán ajeno es a lo que creías saber, no podrías por menos que darte cuenta de que tu Maestro tuvo que proceder de más allá de tu sistema de pensamiento. Por lo tanto, Él pudo verlo objetivamente y percibir que no era cierto. Tuvo que haber hecho eso basándose en un sistema de pensamiento muy diferente, que no tiene nada en común con el tuyo. Pues ciertamente lo que Él ha enseñado y lo que tú has enseñado a través de Él, no tiene nada en común con lo que tú enseñabas antes de que Él llegase. Y como resultado de ello, has llevado paz allí donde antes había dolor, y el sufrimiento ha desaparecido para ser reemplazado por la alegría.
2. Puede que hayas enseñado lo que es la libertad, pero no has aprendido a ser libre. Anteriormente dije: "Por sus frutos los conoceréis y ellos se conocerán a sí mismos". Pues es indudable que te juzgas a ti mismo de acuerdo con lo que enseñas. Las enseñanzas del ego producen resultados inmediatos porque aceptas sus decisiones inmediatamente como tu elección. Y esa aceptación significa que estás dispuesto a juzgarte a ti mismo de igual modo. Causa y efecto están claramente definidos en el sistema de pensamiento del ego, pues todo tu aprendizaje ha estado encauzado a establecer la relación que hay entre ellos. ¿Y cómo no ibas a tener fe en lo que tan diligentemente te enseñaste a creer? Recuerda, no obstante, cuánto cuidado has ejercido al elegir sus testigos, y cuánto al evitar los que hablan en favor de la causa de la verdad y de sus efectos.
3. ¿No te demuestra el hecho de que no hayas aprendido lo que has enseñado que no percibes a la Filiación como una? ¿Y no te demuestra ello también que no te consideras a ti mismo uno? Pues es imposible enseñar eficazmente si se carece de convicción, y es igualmente imposible que la convicción se encuentre fuera de ti. Jamás podrías haber enseñado lo que es la libertad a no ser que creyeses en ella. Lo que enseñaste, pues, tuvo que haber procedido de ti. Sin embargo, es evidente que no conoces el Ser que eres, y que no lo reconoces a pesar de que está activo. Lo que está activo tiene que estar presente. Y sólo si niegas Sus obras podrías negar Su presencia.
4. El propósito de este curso es que aprendas a conocerte a ti mismo. Has enseñado lo que eres, pero no has permitido que lo que eres te enseñe a ti. Has tenido sumo cuidado en evitar lo obvio, y en no ver la verdadera relación que existe entre causa y efecto, la cual es perfectamente evidente. Dentro de ti, no obstante, se encuentra todo lo que has enseñado. ¿Qué parte de ti puede ser la que no lo ha aprendido? Tiene que ser esa parte que realmente es externa a ti, no porque tú la hayas proyectado, sino porque así es en verdad. Y es esa parte que has aceptado dentro de ti la que no es lo que tú eres. Lo que aceptas en tu mente no puede realmente cambiarla. Las ilusiones no son sino creencias en algo que no existe. Y el aparente conflicto entre la verdad y la ilusión sólo puede ser resuelto separándote de la ilusión y no de la verdad.
5. Lo que has enseñado ya ha logrado esto, pues el Espíritu Santo es parte de ti. Al haber sido creado por Dios, Él no ha abandonado ni a Dios ni a Su creación. Él es a la vez Dios y tú, del mismo modo en que tú eres a la vez Dios y Él. Pues la Respuesta de Dios a la separación te aportó más que lo que tú trataste de llevarte contigo. Él te protegió tanto a ti como a tus creaciones, al mantener unido a ti lo que tú quisiste excluir. Y tus creaciones ocuparán el lugar de lo que tú admitiste para reemplazarlas. Tus creaciones son muy reales, pues forman parte del Ser que desconoces. Se comunican contigo a través del Espíritu Santo, y, para que aprendas a enseñar lo que eres, te ofrecen gustosamente su poder y gratitud por su creación a ti que eres su hogar. Tú que eres anfitrión de Dios lo eres también de ellas. Pues nada real ha abandonado jamás la mente de su creador. Y lo que no es real nunca estuvo en ella.
6. Tu no eres dos seres en conflicto. ¿Qué puede haber más allá de Dios? Si tú, que lo contienes a Él y a quien Él contiene, eres el universo todo lo demás tiene que estar afuera, donde no existe nada. Has enseñado esto, y, desde muy lejos en el universo aunque no desde más allá de ti mismo, los testigos de tu enseñanza se han congregado para ayudarte a aprender. Su gratitud se ha unido a la tuya y a la de Dios para fortalecer tu fe en lo que enseñaste. Pues lo que enseñaste es verdad. Si eliges estar solo, te excluyes a ti mismo de tu enseñanza y te mantienes separado de ella. Pero unido a ellos no puedes sino aprender que solamente te enseñaste a ti mismo, y que aprendiste de la convicción que compartiste con ellos.
7. Este año comenzarás a aprender y a hacer que lo que aprendas sea comparable a lo que enseñas. Has elegido esto al estar dispuesto a enseñar. Aunque enseñar parecía ocasionarte dolor, dispondrás del gozo que se deriva de ello. Pues dicho gozo reside en el alumno, que se lo ofrece al maestro con gratitud y lo comparte con él. A medida que sigas aprendiendo, tu gratitud hacia tu Ser que te enseña lo que Él es, aumentará y te ayudará a honrarlo. Y te darás cuenta de Su poder, de Su fuerza y de Su pureza, y lo amarás como Su Padre lo ama. Su Reino no tiene límites ni fin, ni hay nada en Él que no sea perfecto y eterno. Tú eres todo esto, y no hay nada aparte de esto que pueda ser lo que tú eres.
8. Tu santísimo Ser es digno de toda alabanza por lo que eres, y por lo que es Aquel que te creó como eres. Tarde o temprano todo el mundo tiene que construir un puente para salvar la brecha que se imagina existe entre sus dos seres. Cada cual construye dicho puente, a través del cual salvará la brecha que le separa de su Ser, tan pronto como esté dispuesto a hacer un ligero esfuerzo por construirlo. Sus parvos esfuerzos están poderosamente respaldados por la fortaleza del Cielo y por la voluntad conjunta de todos los que hacen que el Cielo sea lo que es, al estar unidos dentro de él. Y así, todo aquel que está dispuesto a cruzar es literalmente transportado hasta el otro lado.
9. Tu puente está mejor construido de lo que te imaginas, y tus pies están firmemente asentados en él. No dudes de que la atracción de los que están al otro lado esperándote no te vaya a ayudar a cruzar sin contratiempos. Pues llegarás a donde quieres estar, y a donde te aguarda tu Ser.