El Sueño Feliz


Si no creemos que vivimos en una ilusión tampoco creeremos que podemos cambiar este mundo ilusorio.

Nosotros creemos que estamos viviendo en un sueño porque no creemos que la vida sea guerra y no paz, no creemos que la vida sea miedo y no puro amor, no creemos que la vida sea sufrimiento y no pura felicidad. No creemos lo que nuestros ojos ven pero sí creemos lo que nuestro ser más profundo siente.

Así pues, afirmamos que vivimos en un mundo de ilusiones.

Tenemos que entender en primer lugar que somos el soñador del sueño y no el sueño -somos la causa de que exista ese sueño- para poder decidir si queremos seguir con el mismo sueño o si queremos cambiarlo por otro más feliz. Ser el soñador quiere decir que el ego ha construido este sueño sí, pero que no estamos a merced de él. Cuando algo nos sucede es porque así lo decidimos, pero saber que somos el soñador y no el sueño nos hace comprender que podemos decidir cómo queremos que sea este sueño -cómo queremos 'jugar' en este sueño.

Reconocer que estamos viviendo en un mundo de ilusiones es reconocer que nada de lo que nos rodea nos puede herir porque todo es ilusorio, todo son figuras representando un papel, son como juguetes que usa el soñador mientras sueña. Es aceptar que, hasta que no decidamos lo contrario, estaremos percibiendo este mundo ilusorio, distraídos con nuestros juguetes, a merced del ego. Pero si hemos decidido dejar de percibir este sueño trataremos que nuestra distracción sea la mínima, trataremos de escuchar sólo la Voz de Aquel que habla por Dios: no le daremos importancia al papel que representen ninguno de estos juguetes o ninguna de estas figuras que están en el sueño, ni lo apreciaremos ni lo atacaremos, porque ahora sabemos que ésa es la manera en que creíamos que nuestros juguetes eran reales porque les dábamos un significado, interpretábamos cómo era ese papel. Escuchábamos lo que nos decía el ego. Interpretar el error es conferirle poder y al hacerlo se ignora la verdad. Son sólo ilusiones de nuestra mente, la realidad es inmutable y una sola.
Las ilusiones no deben ni apreciarse ni atacarse, sino que simplemente se deben considerar como juguetes infantiles, sin ningún significado intrínseco. Ve significado en una sola ilusión, y lo verás en todas. No veas significado en ninguna, y no podrán afectarte en absoluto. *
Cada figura sigue las reglas que le dio el ego, es por eso que dentro del juego, algunas figuras puede parecer que violan esas reglas, porque ese es el papel que se le dio. Todo son figuras ilusorias dentro del sueño que están representando su papel. Por eso no tiene sentido sentirnos afectados por lo que hagan las figuras de nuestro sueño, todas ellas forman parte del sueño y ninguna es real.  Nuestro espíritu nos lo dice claramente: No estamos a merced de nuestros juguetes y ellos no suponen ninguna amenaza para nosotros *. Por eso tampoco tenemos que lamentarnos si perdemos alguna figura, pues lo cierto es que no podemos perder a nadie. Al hacer real nuestro sueño nos hemos olvidado de lo que es Ser Completos, es decir: No existen muchas partes de nosotros, sólo hay una. El soñador fabricó su sueño sí, pero él, por mucho que se imagine millones de figuras en su sueño, nunca ha dejado de ser uno. El soñador precisa reconocer que está viviendo en una ilusión para poder recordar la verdad y la verdad es sólo una y está tras esa ilusión y es mucho más bella de lo que nos podamos imaginar.
Tu batalla es siempre con las ilusiones. Pues la verdad que yace tras ellas es tan hermosa y tan serena en su amorosa dulzura, que si fueses consciente de ella te olvidarías por completo de tus defensas y te apresurarías a echarte en sus brazos. La verdad jamás puede ser atacada. *
La realidad obedece las reglas de Dios, no las nuestras, por eso la verdad está detrás de las ilusiones. Hemos dejado de dar importancia a las figuras del sueño -a lo que dice el ego que son- pero no a lo que hay tras ellas, pues el Espíritu Santo nos dice que solo un velo nos separa de esa realidad inmutable, donde todo es Amor.
Lo único que las apariencias pueden hacer es engañar a la mente que desea ser engañada. Mas tú puedes tomar una decisión muy simple que te situará por siempre más allá del engaño. No te preocupes por cómo se va a lograr esto, pues eso no es algo que puedas entender. Pero sí verás los grandes cambios que se producirán de inmediato, una vez que hayas tomado esta simple decisión: que no deseas lo que crees que un ídolo te puede dar. Pues así es como el Hijo de Dios declara que se ha liberado de todos ellos. Y por lo tanto, es libre. *
No venerar falsos ídolos es no venerar nuestros juguetes o nuestras figuras ilusorias. Ningún juguete es más especial que otro pues ninguno existe.
¿Quién reaccionaría ante las figuras de un sueño a no ser que las considerase reales? En el instante en que las reconoce como lo que verdaderamente son, éstas dejan de tener efectos sobre él porque entiende que fue él quien les dio los efectos que tienen, al causarlas y hacer que pareciesen reales. * 
Ahora, para hacernos más fácil que recordemos que las figuras están cumpliendo las reglas que les ha dado el ego -y que es tras eso donde está lo real- veremos a toda figura como nuestro hermano. ¿Por qué? Porque si la realidad de Dios es sólo una, nada hay separado de nosotros, todo lo que vemos es parte de nosotros así como nosotros somos parte de Dios. Somos todos hermanos porque estamos unidos. Esta verdad será más clara para nosotros cuando descorramos totalmente el velo que aún nos impide verla. Trataremos de ver a cada figura de nuestro sueño como nuestro hermano, pero sin usar los ojos del cuerpo. Las veremos con los ojos de nuestro ser más profundo. No daremos importancia al papel que está representando la figura sino a lo que es verdaderamente.

Es así como escogemos ser conscientes de que vivimos en un sueño, con la ayuda del Espíritu Santo. Pero éste sueño ahora es un sueño feliz pues no solo no nos afecta sino que ahora sentimos que nada está separado de nosotros y que tras ese velo se encuentra lo que sí queremos aprender a ver.

En el sueño feliz empiezas a sentir lo que es la verdadera Paz, pues ya nada te preocupará, ya nada temerás, pues sabes que lo real es algo muy distinto, tú no eres quien creías ser sino que tu Ser es inmensamente poderoso, no estás a la merced de la vida sino que la vida está a tu servicio, tu Ser es Puro Amor y es infinitamente Amado y todo lo que te rodea es ese Amor que sólo irradia Dicha y Felicidad. El Sueño Feliz te acerca a tu verdadero Hogar.

Tú eres el soñador del mundo de los sueños. ... Todo lo que aterrorizó al Hijo de Dios y le hizo pensar que había perdido su inocencia, repudiado a su Padre y entrado en guerra consigo mismo no es más que un sueño fútil. Mas ese sueño es tan temible y tan real en apariencia, que él no podría despertar a la realidad ... a menos que un sueño más dulce precediese su despertar y permitiese que su mente se calmara para poder acoger ... la Voz que con amor lo llama a despertar; un sueño más dulce, en el que su sufrimiento cesa y en el que su hermano es su amigo. Dios dispuso que su despertar fuese dulce y jubiloso, y le proporcionó los medios para que pudiese despertar sin miedo. Acepta el sueño que Él te dio en lugar del tuyo. No es difícil cambiar un sueño una vez que se ha identificado al soñador.
Descansa en el Espíritu Santo, y permite que Sus dulces sueños reemplacen a los que soñaste aterrorizado, temiéndole a la muerte. El Espíritu Santo te brinda sueños de perdón, en los que la elección no es entre quién es el asesino y quién la víctima. Los sueños que Él te ofrece no son de asesinatos ni de muerte. El sueño de culpabilidad está desapareciendo de tu vista, aunque tus ojos están cerrados. Una sonrisa ha venido a iluminar tu rostro durmiente. Duermes apaciblemente ahora, pues éstos son sueños felices. 
Sueña dulcemente con tu hermano inocente, quien se une a ti en santa inocencia. Y el Mismo Señor de los Cielos despertará a Su Hijo bienamado de este sueño. Sueña con la bondad de tu hermano en vez de concentrarte en sus errores. Elige soñar con todas las atenciones que ha tenido contigo, en vez de contar todo el dolor que te ha ocasionado. Perdónale sus ilusiones y dale gracias por toda la ayuda que te ha prestado. Y no desprecies los muchos regalos que te ha hecho sólo porque en tus sueños él no sea perfecto. Él representa a su Padre, a Quien ves ofreciéndote tanto vida como muerte. 
Hermano, lo único que Él da es vida. Sin embargo, los regalos que crees que tu hermano te ofrece representan los regalos que sueñas que tu Padre te hace a ti. Ve todos los regalos que tu hermano te hace a la luz de la caridad y bondad que se te ofrece. Y no dejes que ningún dolor perturbe tu sueño de profunda gratitud por los regalos que te hace. *








Texto de Un Curso de Milagros