15. El ejemplo de Jesús
"Nuestro Padre es amor. Y el amor es contagioso y eternamente creador.
¿Crees que no existen otros medios mejores que el castigo para corregir los errores de las limitadas criaturas mortales?
Antes de que yo viniera a este mundo (incluso aunque no lo hubiera hecho), todos los mortales del reino disponían ya de la salvación. Nuestro Padre, te lo repito, no es un monarca ofendido, severo e implacable, cuyo principal placer consiste en detectar y perseguir a las criaturas que obran en la oscuridad o en el pecado. La sola idea de un rescate o expiación colocaría a la salvación en un plano de irrealidad. Este concepto es puramente filosófico.
La salvación humana es innegable y basada en dos únicos principios: Dios es nuestro Padre y, consecuentemente, todos los hombres son hermanos.
Me costaba aceptar tan hermosa utopía. Y sin disimular mi escepticismo le pregunté:
-¿Cuándo ocurrirá eso? ¿Cuándo desaparecerán la maldad y la injusticia?
-Sólo hay un camino: el amor. El amor disuelve el Pecado y las debilidades. ¡Ama a tus semejantes, Jasón! ¡Ámalos en la penuria y en la riqueza! ¡Ámalos aun cuando creas que están equivocados! ¡Ámalos, sencillamente!
Supongo que perdí la noción del tiempo. Escucharle era mucho más que aprender: era vivir, sentir y palpar una nueva realidad. Una realidad que yo ignoraba." *