28. El ejemplo de Jesús
"Entonces —lo interrogué con un hilo de voz—, ¿qué debo pedir?
—¿Qué me pides a mí, cuando estamos juntos?
Buena pregunta. Y me hizo pensar. Jamás le pedí un favor, nada físico. Me bastaba con su compañía y, sobre todo, con su palabra. Leyó mis pensamientos y movió la cabeza afirmativamente. Después, recreándose, manifestó:
—Oírle es un placer. ¿Te parece poco? Además, dada su condición de Padre, siempre regala algo...
—¿Oír por oír? —Ese es el secreto que abre el corazón del Amor. Cuanto más quieras, más debes oír... Mejor dicho, más debes oír... Le.
—¿Y qué regala?
—¿Y por qué no lo averiguas por ti mismo? Sólo tienes que asomarte al interior..."
"Una cosa es el amor humano y otra, muy distinta, el ahab, el Amor del Padre."
"—Así funciona el Amor del Padre. Está ahí, pero no lo veis..." [El Amor del Padre ] es una «llama» (labá) que no quema, que no es posible ver con los ojos materiales, pero que «incendia» la nada y proporciona la vida. Dijo que ese Amor es la «sangre» de lo creado. Nace del Padre y circula de forma natural, más allá del tiempo y del no tiempo, más allá del espacio y del no espacio. No es Dios, pero procede de Él, y sólo Él es capaz de generarlo."
"pecar contra el Padre, contra el Amor, es tan pretencioso como ridículo. El hombre está capacitado para ofender a sus semejantes, y a sí mismo, pero no a lo que está más allá de las fronteras de su inteligencia. De ser así, ese Dios sólo sería un dios."
«Cuando despertéis, cuando seáis resucitados, nadie os juzgará. En el reino de mi Padre no existe la justicia: sólo el áhab.» "El Amor, por tanto, sólo tiene una lectura: se derrama. Es la ley de leyes, la auténtica Torá. El que la descubre, o la intuye, entra en el reino de la sabiduría.
Y dijo: «El principio del saber no es el temor de Yavé, como rezan las escrituras. Yo he venido a cambiar eso. El sabio lo es, precisamente, porque no teme.» Esa fue otra de las claves a incluir en su «declaración de principios»: el miedo no es compatible con el Amor. Él lo repitió hasta el agotamiento, e incluso lo gritó sin palabras al resucitar."
—¿Qué me pides a mí, cuando estamos juntos?
Buena pregunta. Y me hizo pensar. Jamás le pedí un favor, nada físico. Me bastaba con su compañía y, sobre todo, con su palabra. Leyó mis pensamientos y movió la cabeza afirmativamente. Después, recreándose, manifestó:
—Oírle es un placer. ¿Te parece poco? Además, dada su condición de Padre, siempre regala algo...
—¿Oír por oír? —Ese es el secreto que abre el corazón del Amor. Cuanto más quieras, más debes oír... Mejor dicho, más debes oír... Le.
—¿Y qué regala?
—¿Y por qué no lo averiguas por ti mismo? Sólo tienes que asomarte al interior..."
"Una cosa es el amor humano y otra, muy distinta, el ahab, el Amor del Padre."
"—Así funciona el Amor del Padre. Está ahí, pero no lo veis..." [El Amor del Padre ] es una «llama» (labá) que no quema, que no es posible ver con los ojos materiales, pero que «incendia» la nada y proporciona la vida. Dijo que ese Amor es la «sangre» de lo creado. Nace del Padre y circula de forma natural, más allá del tiempo y del no tiempo, más allá del espacio y del no espacio. No es Dios, pero procede de Él, y sólo Él es capaz de generarlo."
"pecar contra el Padre, contra el Amor, es tan pretencioso como ridículo. El hombre está capacitado para ofender a sus semejantes, y a sí mismo, pero no a lo que está más allá de las fronteras de su inteligencia. De ser así, ese Dios sólo sería un dios."
«Cuando despertéis, cuando seáis resucitados, nadie os juzgará. En el reino de mi Padre no existe la justicia: sólo el áhab.» "El Amor, por tanto, sólo tiene una lectura: se derrama. Es la ley de leyes, la auténtica Torá. El que la descubre, o la intuye, entra en el reino de la sabiduría.
Y dijo: «El principio del saber no es el temor de Yavé, como rezan las escrituras. Yo he venido a cambiar eso. El sabio lo es, precisamente, porque no teme.» Esa fue otra de las claves a incluir en su «declaración de principios»: el miedo no es compatible con el Amor. Él lo repitió hasta el agotamiento, e incluso lo gritó sin palabras al resucitar."