27. El ejemplo de Jesús
"...cuando me oigas hablar, recuerda siempre que lo dicho es sólo una aproximación a la verdad...
Sí, Él lo dijo en cierta ocasión. Lo había olvidado.
La verdad no es humana. Vosotros, ahora, no tenéis posibilidad de asumirla... Ni siquiera de intuirla. Lo que estimáis como verdad es una mezcla de deseos y de imposiciones exteriores."
"—Me asombra tu familiaridad para con Él. Es dificil acostumbrarse. ¿Por qué le hablas así al Padre?
—¿Crees que es el Dios del miedo?
—Tú enseñas lo contrario, pero...
—Lo sé, mi madre, mis hermanos, éstos, mis pequeñuelos de ahora, han sido educados en un Dios al que hay que temer. Lo sabes bien: yo he venido a cambiar eso. ¿Cómo puedes sentir miedo de la luz, que te ayuda y te vivifica?
¿Cómo debo hablar con el amor?
Y dibujó en el aire la palabra áhab (amor). Entendí: con mayúscula... —Con el Amor, querido mensajero, ni siquiera es preciso hablar, pero, si lo haces, hazlo con la confianza, con el respeto, con la admiración, con la alegría y, sobre todo, con la sencillez que proporciona un amigo... Dudó. —El Padre es más que un amigo, y más que una novia o un novio. Háblale, si lo deseas, como te hablas a ti mismo. En realidad, aunque no lo sepas, le estarás hablando a Él."
"—Si hablas con el Padre —prosiguió con una sonrisa de complicidad—, no pierdas el tiempo. No solicites lo que ya tienes, o tendrás. Y aclaró: …Si Él te imagina, y es obvio que así es, Él lo hace con lo necesario para tu supervivencia. Tú no dependes de ti mismo, aunque creas lo contrario, sino de Él. Pues bien, si existes, ¿por qué te preocupas de lo material? En el Amor, como en el perfume, todo se ordena mágica y benéficamente. —
Entonces —lo interrogué con un hilo de voz—, ¿qué debo pedir?
—¿Qué me pides a mí, cuando estamos juntos?
Buena pregunta. Y me hizo pensar. Jamás le pedí un favor, nada físico. Me bastaba con su compañía y, sobre todo, con su palabra. Leyó mis pensamientos y movió la cabeza afirmativamente. Después, recreándose, manifestó:
—Oírle es un placer. ¿Te parece poco? Además, dada su condición de Padre, siempre regala algo...
—¿Oír por oír? —Ese es el secreto que abre el corazón del Amor. Cuanto más quieras, más debes oír... Mejor dicho, más debes oír... Le.
—¿Y qué regala?
—¿Y por qué no lo averiguas por ti mismo? Sólo tienes que asomarte al interior..."
"Una cosa es el amor humano y otra, muy distinta, el ahab, el Amor del Padre." "—Así funciona el Amor del Padre. Está ahí, pero no lo veis..." [El Amor del Padre ] una «llama» (labá) que no quema, que no es posible ver con los ojos materiales, pero que «incendia» la nada y proporciona la vida. Dijo que ese Amor es la «sangre» de lo creado. Nace del Padre y circula de forma natural, más allá del tiempo y del no tiempo, más allá del espacio y del no espacio. No es Dios, pero procede de Él, y sólo Él es capaz de generarlo." "Pecar contra el Padre, contra el Amor, es tan pretencioso como ridículo. El hombre está capacitado para ofender a sus semejantes, y a sí mismo, pero no a lo que está más allá de las fronteras de su inteligencia. De ser así, ese Dios sólo sería un dios." «Cuando despertéis, cuando seáis resucitados, nadie os juzgará. En el reino de mi Padre no existe la justicia: sólo el áhab.» "El Amor, por tanto, sólo tiene una lectura: se derrama. Es la ley de leyes, la auténtica Torá. El que la descubre, o la intuye, entra en el reino de la sabiduría. Y dijo: «El principio del saber no es el temor de Yavé, como rezan las escrituras. Yo he venido a cambiar eso. El sabio lo es, precisamente, porque no teme.» Esa fue otra de las claves a incluir en su «declaración de principios»: el miedo no es compatible con el Amor. Él lo repitió hasta el agotamiento, e incluso lo gritó sin palabras al resucitar."
Sí, Él lo dijo en cierta ocasión. Lo había olvidado.
La verdad no es humana. Vosotros, ahora, no tenéis posibilidad de asumirla... Ni siquiera de intuirla. Lo que estimáis como verdad es una mezcla de deseos y de imposiciones exteriores."
"—Me asombra tu familiaridad para con Él. Es dificil acostumbrarse. ¿Por qué le hablas así al Padre?
—¿Crees que es el Dios del miedo?
—Tú enseñas lo contrario, pero...
—Lo sé, mi madre, mis hermanos, éstos, mis pequeñuelos de ahora, han sido educados en un Dios al que hay que temer. Lo sabes bien: yo he venido a cambiar eso. ¿Cómo puedes sentir miedo de la luz, que te ayuda y te vivifica?
¿Cómo debo hablar con el amor?
Y dibujó en el aire la palabra áhab (amor). Entendí: con mayúscula... —Con el Amor, querido mensajero, ni siquiera es preciso hablar, pero, si lo haces, hazlo con la confianza, con el respeto, con la admiración, con la alegría y, sobre todo, con la sencillez que proporciona un amigo... Dudó. —El Padre es más que un amigo, y más que una novia o un novio. Háblale, si lo deseas, como te hablas a ti mismo. En realidad, aunque no lo sepas, le estarás hablando a Él."
"—Si hablas con el Padre —prosiguió con una sonrisa de complicidad—, no pierdas el tiempo. No solicites lo que ya tienes, o tendrás. Y aclaró: …Si Él te imagina, y es obvio que así es, Él lo hace con lo necesario para tu supervivencia. Tú no dependes de ti mismo, aunque creas lo contrario, sino de Él. Pues bien, si existes, ¿por qué te preocupas de lo material? En el Amor, como en el perfume, todo se ordena mágica y benéficamente. —
Entonces —lo interrogué con un hilo de voz—, ¿qué debo pedir?
—¿Qué me pides a mí, cuando estamos juntos?
Buena pregunta. Y me hizo pensar. Jamás le pedí un favor, nada físico. Me bastaba con su compañía y, sobre todo, con su palabra. Leyó mis pensamientos y movió la cabeza afirmativamente. Después, recreándose, manifestó:
—Oírle es un placer. ¿Te parece poco? Además, dada su condición de Padre, siempre regala algo...
—¿Oír por oír? —Ese es el secreto que abre el corazón del Amor. Cuanto más quieras, más debes oír... Mejor dicho, más debes oír... Le.
—¿Y qué regala?
—¿Y por qué no lo averiguas por ti mismo? Sólo tienes que asomarte al interior..."
"Una cosa es el amor humano y otra, muy distinta, el ahab, el Amor del Padre." "—Así funciona el Amor del Padre. Está ahí, pero no lo veis..." [El Amor del Padre ] una «llama» (labá) que no quema, que no es posible ver con los ojos materiales, pero que «incendia» la nada y proporciona la vida. Dijo que ese Amor es la «sangre» de lo creado. Nace del Padre y circula de forma natural, más allá del tiempo y del no tiempo, más allá del espacio y del no espacio. No es Dios, pero procede de Él, y sólo Él es capaz de generarlo." "Pecar contra el Padre, contra el Amor, es tan pretencioso como ridículo. El hombre está capacitado para ofender a sus semejantes, y a sí mismo, pero no a lo que está más allá de las fronteras de su inteligencia. De ser así, ese Dios sólo sería un dios." «Cuando despertéis, cuando seáis resucitados, nadie os juzgará. En el reino de mi Padre no existe la justicia: sólo el áhab.» "El Amor, por tanto, sólo tiene una lectura: se derrama. Es la ley de leyes, la auténtica Torá. El que la descubre, o la intuye, entra en el reino de la sabiduría. Y dijo: «El principio del saber no es el temor de Yavé, como rezan las escrituras. Yo he venido a cambiar eso. El sabio lo es, precisamente, porque no teme.» Esa fue otra de las claves a incluir en su «declaración de principios»: el miedo no es compatible con el Amor. Él lo repitió hasta el agotamiento, e incluso lo gritó sin palabras al resucitar."