7. El ejemplo de Jesús

"—¿Es que la vida es una apuesta?
—Tú lo has dicho. Una apuesta por el Amor. Es el único bien en juego desde que se nace.
  
Permanecí pensativo. Aquellas palabras eran nuevas para mí.
—¿Qué te preocupa? preguntó Jesús.
—Según esto, ¿qué podemos pensar de los que nunca han amado?
—No hay tales.
—¿Qué me dices de los sanguinarios, de los tiranos?...
—También esos aman a su manera. Cuando pasen al otro lado recibirán un buen susto...
—No entiendo.
—Se darán cuenta que -al dejar este mundo- nadie les preguntará por sus crímenes, riquezas, poder o belleza. Ellos mismos y sólo ellos caerán en la cuenta de que la única medida válida en el «otro lado» es la del Amor. Si no has amado aquí, en tu tiempo, tú solo te sentirás responsable.
—¿Y qué ocurrirá con los que no hemos sabido amar?
—Querrás decir, con los que no habéis querido amar. Me sentí nuevamente confuso.
—…Esos, amigo -prosiguió el rabí captando mis dudas-, serán los grandes estafados y, en consecuencia, los últimos en el Reino de mi Padre.
—Entonces, tu Dios es un Dios de amor... Jesús pareció enojarse.
—¡Tú eres Dios!
—¿Yo, Señor?...
—En verdad te digo que todos los nacidos llevan el sello de la Divinidad.
—Pero, no has respondido a mi pregunta. ¿Es Dios un Dios de amor?
—De no ser así, no sería Dios.
—En ese caso, ¿debemos excluir de su mente cualquier tipo de castigo o premio?
—Es nuestra propia injusticia la que se revela contra nosotros mismos.
—Empiezo a intuir, Maestro, que tu misión es muy simple. ¿Me equivoco si te digo que todo tu trabajo consiste en dejar un mensaje?
El Nazareno sonrió satisfecho. Puso su mano sobre mi hombro y replicó:
—No podías resumirlo mejor...
—Tú sabes que mi corazón es duro -añadí-. ¿Podrías repetirme ese mensaje?
—Dile a tu mundo que el Hijo del Hombre sólo ha venido para transmitir la voluntad del Padre: ¡que sois sus hijos!
—Eso ya lo sabemos...
—¿Estás seguro? Dime, ¿qué significa para ti ser hijo de Dios?
Me sentí nuevamente atrapado. Sinceramente, no tenía una respuesta válida. Ni siquiera estaba seguro de la existencia de ese Dios.
—Yo te lo diré -intervino el Maestro con una gran dulzura-. Haber sido creado por el Padre supone la máxima manifestación de amor. Se os ha dado todo, sin pedir nada a cambio. Yo he recibido el encargo de recordároslo. Ese es mi mensaje.
—Déjame pensar... Entonces, hagamos lo que hagamos, ¿estamos condenados a ser felices?
—Es cuestión de tiempo. El necesario para que el mundo entienda y ponga en práctica que el único medio para ello es el Amor." 
*

 










Texto de Un Curso de Milagros