15. ¿Será cada uno de nosotros juzgado al final?
1. ¡Por supuesto que sí! Nadie puede escaparse del Juicio Final de Dios. ¿Quién podría huir para siempre de la verdad? Mas el Juicio Final no tendrá lugar hasta que deje de asociarse con el temor. Algún día cada cual le dará la bienvenida, y ese mismo día se le concederá. Oirá su inocencia proclamada por todos los rincones del mundo, y éste quedará liberado al aceptar el Juicio Final de Dios sobre él. Éste es el Juicio sobre el que descansa la salvación. Éste es el Juicio que lo liberará. Éste es el Juicio mediante el cual todas las cosas serán liberadas junto con él. El tiempo se detiene a medida que la eternidad se aproxima, y el silencio envuelve al mundo para que todos puedan oír este juicio acerca del Hijo de Dios: Santo eres, eterno, libre e íntegro, y te encuentras para siempre en paz en el Corazón de Dios. ¿Dónde está el mundo ahora? ¿Y dónde el pesar?
2. Maestro de Dios, ¿es éste el juicio que tienes acerca de ti mismo? ¿Crees que es completamente cierto? No, todavía no, todavía no. Mas ése sigue siendo aún tu objetivo: la razón por la que estás aquí. Tu función es prepararte para poder llegar a oír este Juicio y reconocer que es verdad. Basta con que lo creas completamente durante un solo instante, para que vayas más allá de la creencia a la Certeza. Un instante que pases fuera del tiempo puede producir el fin de éste. No juzgues, pues sólo te juzgas a ti mismo, y así, no haces sino demorar el Juicio Final. Maestro de Dios, ¿cuál es tu juicio acerca del mundo? ¿Has aprendido ya a hacerte a un lado y a oír la Voz del Juicio dentro de ti? ¿O todavía intentas usurpar Su función? Aprende a aquietarte porque Su Voz se oye en la quietud. Y Su Juicio les llega a todos los que se hacen a un lado, y escuchando calmadamente lo esperan.
3. Tú que a veces estás triste y a veces enfadado; tú que a veces sientes que no se te da lo que te corresponde y que tus mejores esfuerzos se topan con falta de aprecio e incluso desprecio, ¡abandona esos pensamientos tan necios! Son demasiado nimios e insignificantes como para que sigan ocupando tu santa mente un solo instante más. El Juicio de Dios te espera para liberarte. ¿Qué puede ofrecerte el mundo -independientemente de cómo juzgues sus regalos- que tú prefirieses tener? Serás juzgado, y juzgado con equidad y honestidad. Dios no conoce el engaño. Sus promesas son seguras. Recuerda sólo eso. Sus promesas garantizan Su Juicio, y sólo éste será aceptado al final. Tu función es hacer que este final llegue cuanto antes. Tu función es mantener Su juicio en tu corazón y ofrecérselo a todo el mundo para así mantenerlo a salvo.
2. Maestro de Dios, ¿es éste el juicio que tienes acerca de ti mismo? ¿Crees que es completamente cierto? No, todavía no, todavía no. Mas ése sigue siendo aún tu objetivo: la razón por la que estás aquí. Tu función es prepararte para poder llegar a oír este Juicio y reconocer que es verdad. Basta con que lo creas completamente durante un solo instante, para que vayas más allá de la creencia a la Certeza. Un instante que pases fuera del tiempo puede producir el fin de éste. No juzgues, pues sólo te juzgas a ti mismo, y así, no haces sino demorar el Juicio Final. Maestro de Dios, ¿cuál es tu juicio acerca del mundo? ¿Has aprendido ya a hacerte a un lado y a oír la Voz del Juicio dentro de ti? ¿O todavía intentas usurpar Su función? Aprende a aquietarte porque Su Voz se oye en la quietud. Y Su Juicio les llega a todos los que se hacen a un lado, y escuchando calmadamente lo esperan.
3. Tú que a veces estás triste y a veces enfadado; tú que a veces sientes que no se te da lo que te corresponde y que tus mejores esfuerzos se topan con falta de aprecio e incluso desprecio, ¡abandona esos pensamientos tan necios! Son demasiado nimios e insignificantes como para que sigan ocupando tu santa mente un solo instante más. El Juicio de Dios te espera para liberarte. ¿Qué puede ofrecerte el mundo -independientemente de cómo juzgues sus regalos- que tú prefirieses tener? Serás juzgado, y juzgado con equidad y honestidad. Dios no conoce el engaño. Sus promesas son seguras. Recuerda sólo eso. Sus promesas garantizan Su Juicio, y sólo éste será aceptado al final. Tu función es hacer que este final llegue cuanto antes. Tu función es mantener Su juicio en tu corazón y ofrecérselo a todo el mundo para así mantenerlo a salvo.