19. ¿Qué es la justicia?



MANUAL DEL MAESTRO
19. ¿Qué es la justicia?
>


1. La justicia es la corrección divina de la injusticia. La injusticia es la base de todos los juicios del mundo. La justicia corrige las interpretaciones a las que la injusticia da lugar y las cancela. Ni la justicia ni la injusticia existen en el Cielo, donde el error es imposible y la idea de corrección carece de sentido. En este mundo, sin embargo, el perdón depende de la justicia, ya que todo ataque no puede sino ser injusto. La justicia es el veredicto que el Espíritu Santo emite acerca del mundo. La justicia es imposible excepto en Su juicio, pues nadie en el mundo es capaz de dejar a un lado toda injusticia y de hacer únicamente interpretaciones justas. Si el Hijo de Dios fuese juzgado imparcialmente, no habría necesidad de salvación. El pensamiento de separación hubiese sido eternamente inconcebible.

2. La justicia, al igual que su opuesto, es una interpretación. Sin embargo, es la única interpretación que conduce a la verdad. Esto es así porque, si bien la justicia no es de por sí verdadera, no hay nada en ella que se oponga a la verdad. Entre la justicia y la verdad no existe un conflicto intrínseco: una no es sino el primer paso en dirección a la otra. El camino varía considerablemente a medida que uno avanza. Sería imposible predecir de antemano toda la magnificencia, la grandiosidad de los paisajes y los vastos panoramas que han de salir a nuestro encuentro a lo largo del recorrido. Y aun éstos, cuyo esplendor alcanza alturas indescriptibles según uno sigue adelante, no se pueden comparar con lo que nos aguarda cuando el camino termine y el tiempo finalice junto con él. Pero por alguna parte hay que comenzar. La justicia es el comienzo.

3. Todos los conceptos que abrigas acerca de ti mismo y de tus hermanos; todos tus temores acerca de situaciones futuras y toda tu preocupación por el pasado tienen su origen en la injusticia. He aquí el cristal que, al ponerse ante los ojos del cuerpo, deforma la percepción y trae testigos de un mundo distorsionado a la mente que inventó el cristal y que en tanta estima lo tiene. Así, selectiva y arbitrariamente, es como se forja cada concepto del mundo. Los "pecados" se perciben y se justifican mediante un cuidadoso método selectivo del que está ausente toda idea de totalidad. El perdón no tiene cabida en tal esquema, pues no hay ni un solo "pecado" que no parezca sino ser verdad eternamente.

4. La salvación es la justicia de Dios. La salvación reinstaura en tu conciencia la integridad de todos los fragmentos que percibes como desprendidos y separados. Y es esto lo que te permite superar el miedo a la muerte. Pues los fragmentos separados no pueden sino deteriorarse y morir, pero lo que goza de plenitud es inmortal y por siempre semejante a su Creador, al ser uno con Él. El juicio de Dios es Su justicia. Sobre este juicio -totalmente desprovisto de condenación al ser una evaluación enteramente basada en el amor- has proyectado tu injusticia, atribuyéndole a Dios el cristal de percepción deformada a través del que miras tú. Ahora el cristal es Suyo y no tuyo. Ahora tienes miedo de Él, y no te das cuenta de que odias y temes a tu propio Ser como si de tu enemigo se tratase.

5. Implora la justicia de Dios, y no confundas Su misericordia con tu demencia. La percepción puede dar forma a cualquier imagen que la mente desee ver. Ten presente esto. En esto estriba el que veas el Cielo o el infierno, según elijas. La justicia de Dios apunta hacia el Cielo precisamente porque es totalmente imparcial. La justicia de Dios acepta todas las pruebas que se le presentan, sin omitir nada y sin considerar nada como algo separado y ajeno a todo lo demás. La justicia de Dios juzga desde este punto de vista, y sólo desde él. Aquí todo ataque y toda condenación dejan de tener sentido y se hacen insostenibles. La percepción descansa, la mente está quieta y la luz retorna nuevamente. Ahora se restaura la visión. Lo que se había perdido ahora se ha encontrado. La paz de Dios desciende sobre el mundo y por fin podemos ver. Por fin podemos ver.   








Texto de Un Curso de Milagros