24. ¿Existe la reencarnación?
1. En última instancia, la reencarnación es imposible. El pasado no existe ni el futuro tampoco, y la idea de nacer en un cuerpo ya sea una o muchas veces no tiene sentido. La reencarnación, por lo tanto, no puede ser verdad desde ningún punto de vista. Nuestra única pregunta debería ser: "¿Es un concepto útil?" Y eso depende, por supuesto, del uso que se le dé. Si se usa para reforzar el reconocimiento de la naturaleza eterna de la vida, es ciertamente útil. ¿Qué otra pregunta con respecto a la reencarnación podría ser útil para arrojar luz sobre el camino? Al igual que muchas otras creencias, ésta puede usarse desacertadamente. En el mejor de los casos, el mal uso que se hace de ella da lugar a preocupaciones y tal vez a orgullo por el pasado. En el peor de los casos, provoca inercia en el presente. Y entre estos dos extremos, puede dar lugar a muchísimas insensateces.
2. La reencarnación no sería, en ningún caso, el problema con el que hay que lidiar ahora. Si la reencarnación fuese responsable de algunas de las dificultades a las que el individuo se enfrenta ahora, la única tarea de éste seguiría siendo la de escapar de ellas ahora. Si lo que está haciendo es sentando las bases para una vida futura, aun así sólo puede solventar el asunto de su salvación ahora. Puede que algunos hallen consuelo en el concepto, y si ello los consuela, su valor es evidente. Lo cierto es, sin embargo, que tanto los que creen en la reencarnación como los que no, pueden encontrar el camino que conduce a la salvación. Por lo tanto, no puede considerarse que sea una idea esencial en el programa de estudios. Siempre existe cierto riesgo en ver el presente en función del pasado. Mas siempre hay algo bueno en cualquier pensamiento que refuerce la idea de que la vida y el cuerpo no son lo mismo.
3. Para nuestros propósitos, no sería útil adoptar una postura definitiva al respecto. Un maestro de Dios debe ser igualmente útil para los que creen en la reencarnación como para los que no. Exigirle una postura definitiva simplemente limitaría su utilidad, así como su propia capacidad de decisión. Nuestro curso no se ocupa de ningún concepto que no sea aceptable para cualquier persona, independientemente de sus creencias previas. Bastante tendrá con lidiar con su ego, como para añadir controversias sectarias a su carga. Tampoco sería ventajoso que alguien aceptara el curso prematuramente, solo porque éste apoya una creencia que él ha albergado por mucho tiempo.
4. No puede hacerse demasiado hincapié en el hecho de que lo que el curso se propone es una completa inversión del pensamiento. Cuando esto finalmente se logre, cuestiones tales como la validez de la reencarnación dejarán de tener sentido. Hasta entonces, es probable que sean simplemente motivo de controversia. El maestro de Dios, por lo tanto, hará bien en alejarse de todas esas cuestiones, ya que aparte de ellas es mucho lo que tiene que enseñar y aprender. Debe aprender y enseñar que las cuestiones teóricas no son más que una pérdida de tiempo, puesto que desvían al tiempo del propósito que se le asignó. Si un concepto o una creencia tiene aspectos útiles, se le dirá. También se le dirá cómo usarlos. ¿Qué más necesita saber?
5. ¿Quiere decir esto que el maestro de Dios no debe creer en la reencarnación, ni discutirla con otros que sí creen en ella? ¡Por supuesto que no! Si él cree en la reencarnación, sería un error que renunciase a su creencia a menos que su Maestro interno así se lo aconsejase. Y eso es muy poco probable. Es posible que se le indique que está haciendo un mal uso de la creencia, de tal manera que ello resulta perjudicial tanto para el progreso de su alumno como para el suyo propio. En ese caso se le recomendaría una re-interpretación, puesto que ésta sería necesaria. Lo único que se tiene que reconocer, no obstante, es que el nacimiento no fue el principio y que la muerte no es el final. Mas ni siquiera esto se requiere del principiante. Él sólo necesita aceptar la idea de que lo que sabe no es necesariamente todo lo que es posible aprender. Su jornada habrá comenzado.
6. El énfasis de este curso es siempre el mismo: en este momento es cuando se te ofrece total salvación, y en este momento es cuando puedes aceptarla. Ésa sigue siendo tu única responsabilidad. La Expiación se puede equiparar a la escapatoria total del pasado y a la total falta de interés por el futuro. El Cielo está aquí. No existe ningún otro lugar. El Cielo es ahora. No existe ningún otro tiempo. Los maestros de Dios no se interesan por ninguna otra enseñanza que no conduzca a esto. Todas las creencias apuntan a ello si han sido interpretadas correctamente. En este sentido, se puede decir que su verdad está determinada por el provecho que resulte de ellas. Todas las creencias que facilitan el progreso se deben respetar. Éste es el único criterio que este curso requiere. No se requiere nada más.
2. La reencarnación no sería, en ningún caso, el problema con el que hay que lidiar ahora. Si la reencarnación fuese responsable de algunas de las dificultades a las que el individuo se enfrenta ahora, la única tarea de éste seguiría siendo la de escapar de ellas ahora. Si lo que está haciendo es sentando las bases para una vida futura, aun así sólo puede solventar el asunto de su salvación ahora. Puede que algunos hallen consuelo en el concepto, y si ello los consuela, su valor es evidente. Lo cierto es, sin embargo, que tanto los que creen en la reencarnación como los que no, pueden encontrar el camino que conduce a la salvación. Por lo tanto, no puede considerarse que sea una idea esencial en el programa de estudios. Siempre existe cierto riesgo en ver el presente en función del pasado. Mas siempre hay algo bueno en cualquier pensamiento que refuerce la idea de que la vida y el cuerpo no son lo mismo.
3. Para nuestros propósitos, no sería útil adoptar una postura definitiva al respecto. Un maestro de Dios debe ser igualmente útil para los que creen en la reencarnación como para los que no. Exigirle una postura definitiva simplemente limitaría su utilidad, así como su propia capacidad de decisión. Nuestro curso no se ocupa de ningún concepto que no sea aceptable para cualquier persona, independientemente de sus creencias previas. Bastante tendrá con lidiar con su ego, como para añadir controversias sectarias a su carga. Tampoco sería ventajoso que alguien aceptara el curso prematuramente, solo porque éste apoya una creencia que él ha albergado por mucho tiempo.
4. No puede hacerse demasiado hincapié en el hecho de que lo que el curso se propone es una completa inversión del pensamiento. Cuando esto finalmente se logre, cuestiones tales como la validez de la reencarnación dejarán de tener sentido. Hasta entonces, es probable que sean simplemente motivo de controversia. El maestro de Dios, por lo tanto, hará bien en alejarse de todas esas cuestiones, ya que aparte de ellas es mucho lo que tiene que enseñar y aprender. Debe aprender y enseñar que las cuestiones teóricas no son más que una pérdida de tiempo, puesto que desvían al tiempo del propósito que se le asignó. Si un concepto o una creencia tiene aspectos útiles, se le dirá. También se le dirá cómo usarlos. ¿Qué más necesita saber?
5. ¿Quiere decir esto que el maestro de Dios no debe creer en la reencarnación, ni discutirla con otros que sí creen en ella? ¡Por supuesto que no! Si él cree en la reencarnación, sería un error que renunciase a su creencia a menos que su Maestro interno así se lo aconsejase. Y eso es muy poco probable. Es posible que se le indique que está haciendo un mal uso de la creencia, de tal manera que ello resulta perjudicial tanto para el progreso de su alumno como para el suyo propio. En ese caso se le recomendaría una re-interpretación, puesto que ésta sería necesaria. Lo único que se tiene que reconocer, no obstante, es que el nacimiento no fue el principio y que la muerte no es el final. Mas ni siquiera esto se requiere del principiante. Él sólo necesita aceptar la idea de que lo que sabe no es necesariamente todo lo que es posible aprender. Su jornada habrá comenzado.
6. El énfasis de este curso es siempre el mismo: en este momento es cuando se te ofrece total salvación, y en este momento es cuando puedes aceptarla. Ésa sigue siendo tu única responsabilidad. La Expiación se puede equiparar a la escapatoria total del pasado y a la total falta de interés por el futuro. El Cielo está aquí. No existe ningún otro lugar. El Cielo es ahora. No existe ningún otro tiempo. Los maestros de Dios no se interesan por ninguna otra enseñanza que no conduzca a esto. Todas las creencias apuntan a ello si han sido interpretadas correctamente. En este sentido, se puede decir que su verdad está determinada por el provecho que resulte de ellas. Todas las creencias que facilitan el progreso se deben respetar. Éste es el único criterio que este curso requiere. No se requiere nada más.