14-VII. Cómo compartir la percepción del Espíritu Santo
UN CURSO DE MILAGROS
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 14
LAS ENSEÑANZAS EN FAVOR DE LA VERDAD
1. ¿Qué deseas? Pues en tus manos está poder disponer de la luz o de la obscuridad, del conocimiento o de la ignorancia, pero no de ambas alternativas a la vez. Los opuestos deben ponerse uno al lado del otro en vez de mantenerse separados. Pues su separación sólo existe en tu mente, y, al igual que tú, se reconcilian al unirse. En la unión todo lo que no es real inevitablemente desaparece, pues la verdad es unión. De la misma manera en que la obscuridad desaparece ante la luz, de igual modo la ignorancia se desvanece cuando alborea el conocimiento. La percepción es el medio a través del cual se lleva la ignorancia ante el conocimiento. La percepción, no obstante, tiene que estar desprovista de engaño, pues de otra manera se convierte en el mensajero de la ignorancia, en vez de en un ayudante en la búsqueda de la verdad.
2. La búsqueda de la verdad no es más que un honesto examen de todo lo que la obstaculiza. La verdad simplemente es. No se puede perder, buscar ni encontrar. Está donde quiera que estés, pues está en tu interior. Aún así, puedes reconocerla o pasarla por alto, o bien puede ser real o falsa para ti. Si la ocultas, se vuelve irreal para ti por haberla ocultado y haberla revestido de miedo. La verdad yace oculta bajo cada piedra angular de miedo sobre la que has erigido tu demente sistema de creencias. Pero no puedes saber esto, pues al ocultar la verdad en el miedo, no ves razón alguna para creer que mientras más mires de frente al miedo menos lo verás y más claro se hará lo que oculta.
3. Es imposible convencer a los que no saben de que saben. Desde su punto de vista no es verdad que sepan. Pero como Dios lo sabe, es verdad. Éstos son puntos de vista claramente opuestos acerca de la realidad de los que "no saben". Para Dios, no saber es algo imposible. No saber, por lo tanto, no es un punto de vista, sino simplemente una creencia en algo que no existe. Lo único que les ocurre a los que no saben es que abrigan esa creencia, y debido a ello, se equivocan con respecto a sí mismos. Se han definido a sí mismos de manera diferente de como fueron creados. Su creación no fue un punto de vista, sino una certeza. Cuando la incertidumbre se lleva ante la certeza, se abandona toda convicción de que sea real.
4. Hemos estado haciendo hincapié en el hecho de que lo indeseable debe llevarse ante lo deseable, y lo que no se desea ante lo que se desea. Te darás cuenta de que ésta es la manera de alcanzar la salvación si te detienes a considerar lo que es la disociación. La disociación es un proceso de pensamiento distorsionado, en el que se abrigan dos sistemas de creencias que no pueden coexistir. Si se pone uno al lado del otro, resulta imposible aceptarlos a los dos. Pero si uno de ellos se mantiene oculto del otro, su separación parece mantenerlos vigentes a los dos y hace que parezcan ser igualmente reales. Poner uno al lado del otro, por lo tanto, se convierte en motivo de miedo, pues si haces eso, no podrás por menos que dejar de aceptar uno de ellos. No puedes quedarte con los dos, pues cada uno supone la negación del otro. Si se mantienen separados, este hecho se pierde de vista, pues al estar entonces en lugares diferentes es posible creer firmemente en los dos. Ponlos uno al lado del otro, y su absoluta incompatibilidad resultará evidente de inmediato. Uno de ellos tiene que desaparecer porque el otro se ve en el mismo lugar.
5. Cuando una mente cree en la obscuridad y se niega a abandonarla, la luz no puede entrar. La verdad no lucha contra la ignorancia, ni el amor ataca al miedo. Lo que no necesita protección no tiene necesidad de defenderse a sí mismo. Las defensas son invenciones tuyas. Dios las desconoce. El Espíritu Santo las usa en favor de la verdad sólo porque tú las inventaste contra ella. La percepción que de acuerdo con Sus propósitos Él tiene de ellas, simplemente las transforma en una llamada a lo que has atacado con ellas. Las defensas, al igual que todo lo demás que has inventado, tienen que ser transformadas dulcemente en algo beneficioso para ti y ser reinterpretadas por el Espíritu Santo de medios de auto-destrucción a medios de conservación y liberación. La tarea, del Espíritu Santo es imponente, pero el poder de Dios está con Él. Llevar a cabo esa tarea, por lo tanto, es algo tan fácil para Él, que se logró en el mismo instante en que se le dio para ti. No demores tu retorno a la paz preguntándote cómo va a poder Él llevar a cabo lo que Dios le encomendó. Deja eso en manos de Uno que sabe. No se te pide que lleves a cabo tareas de tal magnitud. Se te pide únicamente que hagas lo poco que Él sugiere, confiando tan sólo en que, si Él te lo pide, tú lo puedes hacer. Verás cuán fácilmente puedes llevar a cabo todo lo que Él te pida.
6. Él Espíritu Santo sólo te pide esto: que lleves ante Él todos los secretos que le hayas ocultado. Ábrele todas las puertas y pídele que entre en la obscuridad y la desvanezca con Su Luz. Si lo invitas, Él entrará gustosamente. Y llevará la luz a la obscuridad si le franqueas la entrada a ella. Pero Él no puede ver lo que mantienes oculto. Él ve por ti, pero a menos que tú mires con Él, Él no puede ver. La visión de Cristo no es sólo para Él, sino para ti y para Él. Llévale, por lo tanto, todos tus pensamientos tenebrosos y secretos, y contémplalos con Él. Él abriga la luz y tú la obscuridad. Ambas cosas no pueden coexistir cuando las contempláis juntos. Su juicio prevalecerá, y Él te lo ofrecerá cuando unas tu percepción a la Suya.
7. Uniéndote a Su manera de ver es como aprendes a compartir con Él la interpretación de la percepción que conduce al conocimiento. Por tu cuenta no puedes ver. Compartir la percepción con Aquel que Dios te ha dado te enseña a reconocer lo que ves. Es el reconocimiento de que ninguna cosa que ves significa nada por si sola. Ver con Él te mostrará que todo significado, incluyendo el tuyo, no procede de una visión doble, sino de la dulce fusión de todas las cosas en un solo significado, una sola emoción y un solo propósito. Dios tiene un solo Propósito, y lo comparte contigo. La única visión que el Espíritu Santo te ofrece brindará esta unicidad a tu mente con una claridad y una luminosidad tan intensas que por nada del mundo dejarías de aceptar lo que Dios quiere que tengas. Contempla tu voluntad, y acepta que es la Suya, y que todo Su Amor es tuyo. ¡Que todo honor se te rinda a ti a través del Espíritu Santo, y, a través de Él, a Dios!